Elizabeth Schön: “La poesía es el reconocimiento de que el hombre tiene un poder de transformación”.
Para Elizabeth Schön (Caracas, 1921-2007), la palabra, es el mejor alimento para el hombre. No en vano, fue la primera venezolana en alimentar y desarrollar la poesía en prosa en el país: “La poesía entró en mí y, entonces, ella misma buscó su camino”. ¿Qué no se ha dicho sobre Elizabeth Schön? ¿Qué no se ha escrito sobre ella? Basta auscultar la memoria intacta de los libros. “La poesía está aquí para los demás. No para alguien”, dice. Elizabeth Schön, ha publicado una prolífica obra poética, de la cual destacan: La gruta venidera (1953), El abuelo, la cesta y el mar (1965), Mi aroma de lumbre (1971), Es oír la vertiente (1973), Incesante aparecer (1977), Árbol del oscuro acercamiento (1994), La flor, el barco, el alma (1995), Antología poética (1998). Es Premio Municipal de Poesía (1971), y Premio Nacional de Literatura (1994).
Franklin Fernández.
VER LO QUE UNO NO CONOCE.
F.F. -He tenido un sueño con usted ¿No le parece extraño que uno sueñe con alguien que no conoce?
E.S. -Lo que me dices es muy hermoso. A mi me parece una maravilla soñar con lo que uno no conoce. Es más, me parece todavía mejor ver lo que uno no conoce.
F.F. -¿A qué hora se levanta? ¿A qué hora comienza a contemplar la vida?
E.S. -Yo comienzo como a las siete. Porque la vida no se detiene nunca, la vida no se detiene. Yo soy la que empiezo a ver, la que comienza a contemplar. Si eso se detuviera, fuera un desastre para el mundo. Fuera un desastre, porque todo se interrumpiría.
F.F. -¿Cómo llegó usted a la poesía?
E.S. -Yo no llegué a la poesía, ella me llegó a mí.
F.F. -¿Cuándo comenzó a escribir?
E.S. -Creo que comencé a escribir viendo a los demás.
F.F. -¿Viéndolos o escuchándolos?
E.S. -Las dos cosas. Los escuchaba y los veía. Y me parecía una cosa increíble. Porque la realidad toda la vida me ha gustado. Y creo que esa es una de las cosas que más nos apoya y más nos ayuda.
F.F. -¿Desde qué hora escribe?
E.S. -Desde que amanece. Desde que me levanto la cabeza me empieza a funcionar.
F.F. -¿Qué hace cuando no está escribiendo?
E.S. -Escribo, vivo escribiendo. Yo vivo de eso.
LA POESÍA ESTÁ AQUÍ PARA LOS DEMÁS.
F.F. -¿Las cosas le hablan a usted o es usted la que le habla a ellas?
E.S. -Yo le hablo a las cosas y las cosas me hablan. Sí, las cosas me hablan. Y yo las escucho. Por ejemplo, usted contempla una pared y ve lo recta que es. Bueno, esa rectitud ya le está hablando. Ella le está diciendo: -soy recta, soy ancha, soy larga, soy corta, soy blanca-. Lo dice su palabra, porque su palabra está como abierta, integrada en la realidad. La palabra está entera, en la realidad. La palabra es esto y aquello, porque ella está unida a la realidad, la palabra es la realidad. Es más, la palabra cuida la realidad.
F.F. -Usted ha sido una de las primeras venezolanas en tejer poesía en prosa ¿Qué la llevó a escribir prosa?
E.S. -La poesía entró en mí y, entonces, ella misma buscó su camino.
F.F. -¿Escribe para alguien especial?
E.S. -No, no escribo para alguien especial.
F.F. -¿Para quién escribe?
E.S. -Yo escribo para todos. No tengo a alguien específico a quien escribirle. Porque me parece un egoísmo. Yo escribo poesía para que la gente la lea y si le gusta le gustó, y sino le gusta, bueno... que voy a hacer.
F.F. -A mi me gustan mucho sus poemas. Parece que todas sus palabras fueron escritas para mí...
E.S. -(Risas). ¡Me parece magnifico, me parece agradable! Soy muy feliz cuando a alguien le gusta lo mío. Yo me siento muy honrada, me siento muy bien, porque quiere decir que he podido entrar en el otro. Soy feliz porque he podido entrar en otra persona ¿Qué más quiero yo que eso? La poesía está aquí para los demás. No para alguien.
F.F. -¿Cómo hace usted para que su poesía entre en otra persona?
E.S. -Cuando se quiere a la humanidad, yo creo que se entra en otra persona. Yo creo que uno no escribe nada más que para sí. Por ejemplo, uno dice Pan. El pan es de todos. El pan es de una utilidad para todos. Para mí eso es lo bello que tiene la palabra. Que la palabra es para todos. Entregamos el pan o la palabra, para que otro se alimente. Por la palabra el hombre vive. Por la palabra el hombre se alimenta y en un momento se salva.
F.F. -¿Escribir se convierte en un hábito a veces maligno, a veces milagroso?
E.S. -Yo creo que, el hecho de escribir, ni es maligno, ni es milagroso: es. Escribir es una manera de acercarse a la vida, de acercarse al espacio, de acercarse al mundo.
F.F. -¿Cómo se asoma usted al mundo de afuera?
E.S. -Como lo veo desde aquí. Y así, como lo veo desde aquí; así como está, así es. Así yo entro. Yo, ni lo bendigo, ni me escapo de él.
LA POESÍA TRANSFORMA LA REALIDAD.
F.F. -¿Cuál es su concepción de la poesía, Elizabeth?
E.S. -Bueno, la poesía es la que transforma la realidad. Nos la muestra de otra manera.
F.F. Y, ¿de qué manera la transforma?
E.S. -Por ejemplo, si usted dice: -esta casa se parece a una casa de muñecas o se parece a un barco, o se parece a un árbol, a cualquier cosa-... La poesía, a través de la palabra, a través de la metáfora, a través de la imagen, ya ha transformado la casa en barco. Lo más original de la poesía, es que nos transforma la realidad, nos la cambia toda, nos la muestra de otra manera. Y es por eso que la gente la busca, porque la poesía les da otra cosa. La poesía les está entregando otra cosa que no conocen.
F.F. -¿Nos entrega algo más que un poema?
E.S. -Sí. Algo como un mundo o un nuevo mundo, a través del poema, a través de la palabra.
F.F. -¿Qué es un poema para usted?
E.S. -Un poema es lo mejor que le ocurre al mundo. Lo que pasa es que el hombre se ha acostumbrado a depender de otras cosas que no son poemas, que no es la poesía. Porque la poesía es la que transforma la realidad. Por ejemplo; un árbol caído a mí me duele. Cuando se cae un árbol, me duele. Pero hay muchas personas que dejan el árbol allí. Ni lo ven, ni les importa, porque el árbol no les molesta. Pero a mí me duele. Es un contacto. Sensibilizarse siempre es un contacto.
F.F. -¿El poema para usted es un presentimiento, es una anunciación, es una duda?
E.S. -Yo creo que un poema nunca puede ser una duda. Es una certeza o una realidad, una nueva realidad. Puede ser una anunciación o una revelación, pero nunca una duda.
F.F. -¿El poema debe ser una perfección, una exactitud?
E.S. -No. Nada es perfecto. Mis poemas no son perfectos, porque nada es perfecto.
F.F. ¿La poesía es etérea, volátil, efímera?
E.S. -¡No!, la poesía es muy real, es muy seria, dice muchas verdades. Todo es real, como la poesía. La poesía incluso, va más allá de lo real. Es tangible e intangible, pero nada es volátil.
F.F. -¿Cree usted que en las demás artes hay poesía?
E.S. -No sé. Nunca he pensado en eso.
F.F. -Es decir; si en una pintura, por ejemplo, podemos leer un poema... ¿Hay algo de poesía en la pintura?
E.S. -¡Como no! Yo puedo ver perfectamente un poema en una pintura, pero esa pintura tiene que ser muy especial. Por ejemplo, para mí hay una gran pintora en este país: Mercedes Pardo, la esposa de Alejandro Otero. Esa mujer pintaba el azul de otra manera. Ya no era el azul que uno estaba acostumbrado a ver en cualquier parte, era un azul fuerte que decía, que uno sentía como un algo que latía allí, de vida. Era un azul que decía, que hablaba. Ese azul me hablaba a mí de vida, de creación y de poesía.
Para Elizabeth Schön (Caracas, 1921-2007), la palabra, es el mejor alimento para el hombre. No en vano, fue la primera venezolana en alimentar y desarrollar la poesía en prosa en el país: “La poesía entró en mí y, entonces, ella misma buscó su camino”. ¿Qué no se ha dicho sobre Elizabeth Schön? ¿Qué no se ha escrito sobre ella? Basta auscultar la memoria intacta de los libros. “La poesía está aquí para los demás. No para alguien”, dice. Elizabeth Schön, ha publicado una prolífica obra poética, de la cual destacan: La gruta venidera (1953), El abuelo, la cesta y el mar (1965), Mi aroma de lumbre (1971), Es oír la vertiente (1973), Incesante aparecer (1977), Árbol del oscuro acercamiento (1994), La flor, el barco, el alma (1995), Antología poética (1998). Es Premio Municipal de Poesía (1971), y Premio Nacional de Literatura (1994).
Franklin Fernández.
VER LO QUE UNO NO CONOCE.
F.F. -He tenido un sueño con usted ¿No le parece extraño que uno sueñe con alguien que no conoce?
E.S. -Lo que me dices es muy hermoso. A mi me parece una maravilla soñar con lo que uno no conoce. Es más, me parece todavía mejor ver lo que uno no conoce.
F.F. -¿A qué hora se levanta? ¿A qué hora comienza a contemplar la vida?
E.S. -Yo comienzo como a las siete. Porque la vida no se detiene nunca, la vida no se detiene. Yo soy la que empiezo a ver, la que comienza a contemplar. Si eso se detuviera, fuera un desastre para el mundo. Fuera un desastre, porque todo se interrumpiría.
F.F. -¿Cómo llegó usted a la poesía?
E.S. -Yo no llegué a la poesía, ella me llegó a mí.
F.F. -¿Cuándo comenzó a escribir?
E.S. -Creo que comencé a escribir viendo a los demás.
F.F. -¿Viéndolos o escuchándolos?
E.S. -Las dos cosas. Los escuchaba y los veía. Y me parecía una cosa increíble. Porque la realidad toda la vida me ha gustado. Y creo que esa es una de las cosas que más nos apoya y más nos ayuda.
F.F. -¿Desde qué hora escribe?
E.S. -Desde que amanece. Desde que me levanto la cabeza me empieza a funcionar.
F.F. -¿Qué hace cuando no está escribiendo?
E.S. -Escribo, vivo escribiendo. Yo vivo de eso.
LA POESÍA ESTÁ AQUÍ PARA LOS DEMÁS.
F.F. -¿Las cosas le hablan a usted o es usted la que le habla a ellas?
E.S. -Yo le hablo a las cosas y las cosas me hablan. Sí, las cosas me hablan. Y yo las escucho. Por ejemplo, usted contempla una pared y ve lo recta que es. Bueno, esa rectitud ya le está hablando. Ella le está diciendo: -soy recta, soy ancha, soy larga, soy corta, soy blanca-. Lo dice su palabra, porque su palabra está como abierta, integrada en la realidad. La palabra está entera, en la realidad. La palabra es esto y aquello, porque ella está unida a la realidad, la palabra es la realidad. Es más, la palabra cuida la realidad.
F.F. -Usted ha sido una de las primeras venezolanas en tejer poesía en prosa ¿Qué la llevó a escribir prosa?
E.S. -La poesía entró en mí y, entonces, ella misma buscó su camino.
F.F. -¿Escribe para alguien especial?
E.S. -No, no escribo para alguien especial.
F.F. -¿Para quién escribe?
E.S. -Yo escribo para todos. No tengo a alguien específico a quien escribirle. Porque me parece un egoísmo. Yo escribo poesía para que la gente la lea y si le gusta le gustó, y sino le gusta, bueno... que voy a hacer.
F.F. -A mi me gustan mucho sus poemas. Parece que todas sus palabras fueron escritas para mí...
E.S. -(Risas). ¡Me parece magnifico, me parece agradable! Soy muy feliz cuando a alguien le gusta lo mío. Yo me siento muy honrada, me siento muy bien, porque quiere decir que he podido entrar en el otro. Soy feliz porque he podido entrar en otra persona ¿Qué más quiero yo que eso? La poesía está aquí para los demás. No para alguien.
F.F. -¿Cómo hace usted para que su poesía entre en otra persona?
E.S. -Cuando se quiere a la humanidad, yo creo que se entra en otra persona. Yo creo que uno no escribe nada más que para sí. Por ejemplo, uno dice Pan. El pan es de todos. El pan es de una utilidad para todos. Para mí eso es lo bello que tiene la palabra. Que la palabra es para todos. Entregamos el pan o la palabra, para que otro se alimente. Por la palabra el hombre vive. Por la palabra el hombre se alimenta y en un momento se salva.
F.F. -¿Escribir se convierte en un hábito a veces maligno, a veces milagroso?
E.S. -Yo creo que, el hecho de escribir, ni es maligno, ni es milagroso: es. Escribir es una manera de acercarse a la vida, de acercarse al espacio, de acercarse al mundo.
F.F. -¿Cómo se asoma usted al mundo de afuera?
E.S. -Como lo veo desde aquí. Y así, como lo veo desde aquí; así como está, así es. Así yo entro. Yo, ni lo bendigo, ni me escapo de él.
LA POESÍA TRANSFORMA LA REALIDAD.
F.F. -¿Cuál es su concepción de la poesía, Elizabeth?
E.S. -Bueno, la poesía es la que transforma la realidad. Nos la muestra de otra manera.
F.F. Y, ¿de qué manera la transforma?
E.S. -Por ejemplo, si usted dice: -esta casa se parece a una casa de muñecas o se parece a un barco, o se parece a un árbol, a cualquier cosa-... La poesía, a través de la palabra, a través de la metáfora, a través de la imagen, ya ha transformado la casa en barco. Lo más original de la poesía, es que nos transforma la realidad, nos la cambia toda, nos la muestra de otra manera. Y es por eso que la gente la busca, porque la poesía les da otra cosa. La poesía les está entregando otra cosa que no conocen.
F.F. -¿Nos entrega algo más que un poema?
E.S. -Sí. Algo como un mundo o un nuevo mundo, a través del poema, a través de la palabra.
F.F. -¿Qué es un poema para usted?
E.S. -Un poema es lo mejor que le ocurre al mundo. Lo que pasa es que el hombre se ha acostumbrado a depender de otras cosas que no son poemas, que no es la poesía. Porque la poesía es la que transforma la realidad. Por ejemplo; un árbol caído a mí me duele. Cuando se cae un árbol, me duele. Pero hay muchas personas que dejan el árbol allí. Ni lo ven, ni les importa, porque el árbol no les molesta. Pero a mí me duele. Es un contacto. Sensibilizarse siempre es un contacto.
F.F. -¿El poema para usted es un presentimiento, es una anunciación, es una duda?
E.S. -Yo creo que un poema nunca puede ser una duda. Es una certeza o una realidad, una nueva realidad. Puede ser una anunciación o una revelación, pero nunca una duda.
F.F. -¿El poema debe ser una perfección, una exactitud?
E.S. -No. Nada es perfecto. Mis poemas no son perfectos, porque nada es perfecto.
F.F. ¿La poesía es etérea, volátil, efímera?
E.S. -¡No!, la poesía es muy real, es muy seria, dice muchas verdades. Todo es real, como la poesía. La poesía incluso, va más allá de lo real. Es tangible e intangible, pero nada es volátil.
F.F. -¿Cree usted que en las demás artes hay poesía?
E.S. -No sé. Nunca he pensado en eso.
F.F. -Es decir; si en una pintura, por ejemplo, podemos leer un poema... ¿Hay algo de poesía en la pintura?
E.S. -¡Como no! Yo puedo ver perfectamente un poema en una pintura, pero esa pintura tiene que ser muy especial. Por ejemplo, para mí hay una gran pintora en este país: Mercedes Pardo, la esposa de Alejandro Otero. Esa mujer pintaba el azul de otra manera. Ya no era el azul que uno estaba acostumbrado a ver en cualquier parte, era un azul fuerte que decía, que uno sentía como un algo que latía allí, de vida. Era un azul que decía, que hablaba. Ese azul me hablaba a mí de vida, de creación y de poesía.
LA CASA, EL ÁRBOL, LA MUERTE.
F.F. -Hábleme de su casa, es muy famosa ¿Cómo describiría, cómo diferenciaría usted la casa de la infancia, a la casa de la adultez?
E.S. -¡Ay, mire, la pregunta es fuerte!. Porque para mí la casa de mi infancia requiere recordarlo todo, todo... Toda una cantidad de gente que se me murió. Mi mamá, mi esposo, mis abuelos, mis amigos, todo. ¡Lo que quiere decir familia! La casa, mi casa, es mi familia. La casa de mi infancia es la familia. Los recuerdos de la casa son mis recuerdos.
Mi casa es una casa corriente, pero está enriquecida por un patio que tiene muchos árboles, y eso la enriquece.
F.F. -El árbol, es una obsesión constante para usted ¿Por qué?
E.S. -Porque el árbol es como un compañero silencioso que lo protege a uno y que enriquece la casa. El árbol es una riqueza, la naturaleza toda es una riqueza ¿El árbol o el río no son una riqueza para usted?
F.F. -¡Sí, como no!
E.S. -Sí. El río se mueve. El río sigue su camino pero nunca se va, siempre está allí. Además, el río tiene sonidos de distintas tonalidades. Eso es bellísimo...
F.F. -La muerte es otra obsesión en su poesía ¿Qué cosa le ha enseñado la muerte?
E.S. -Que hay vida.
F.F. –¿En sus visiones, apariciones, espectros y fantasmas? ¿Usted habla con la muerte?
Bueno, yo la muerte la tengo y la vivo desde muy pequeña. Desde muy chiquita supe lo que era la muerte y lo que me esperaba a mí después de la muerte de mi madre. Eso fue algo muy intuitivo, porque a los niños no se les puede engañar, no se les puede mentir nunca, porque ellos tienen la realidad perfecta. Yo, a los ocho años, me di cuenta de todo, lo sabía todo... (Breve pausa. Elizabeth tiene la voz triste, rota, desgarrada. Imagino sus ojos azules llenos de lágrimas. Improviso un poco. Suspiramos, escuchamos el vacío del teléfono, silenciamos. Ahora la consuelo, desde el otro lado de la línea).
F.F. -Perdóneme por recordarle temas tan duros ¿Se siente bien?
E.S. -Sí, no se preocupe, yo soy muy llorona, eso es lo que pasa. Me emotivo mucho. Si uno no fuera feliz, mejor no vive. Afortunadamente, la naturaleza nos lo da todo. La tierra nos lo da todo, la luz nos lo da todo. El sol nos da el calor, la noche el frío. Y todo, absolutamente todo, es para el hombre.
Y no le de pena conmigo, no se avergüence, porque a mi me gusta eso. A mi me gusta conversar con personas así; inteligentes como usted. Usted me ha abierto muchos caminos. Eso es lo que une, que alguien le abra a otro un camino. Cuando una persona no le abre a otro un camino, ninguna luz, ningún perfume, esa persona no vale la pena. Y usted me ha hecho ver y oler muchos caminos. Me ha perfumado con sus flores. En el mundo está el hombre, porque el hombre está allí para perfumar. Para perfumar al otro, para perfumar el mundo.
EL SILENCIO ES UNA MANERA DE HABLAR EL ESPACIO.
F.F. -¿Se considera usted una visionaria?
E.S. -¿Una visionaria? No. A veces me vienen visiones, pero eso es común en la mayoría de las personas que creen.
F.F. -¿Cómo diferencia usted el silencio de la soledad?
E.S. -¿Cómo lo diferencio?... ¡Ay, esa es una pregunta bella, muy bella!. Es tan bella que no soy capaz de responderla.
F.F. -Para usted es muy importante la palabra, ¿no?...
E.S. –Sí. La palabra es esencial. La palabra es esencial para un poeta. No se es, no se puede existir sin la palabra. A veces se silencia. Pero se está en silencio, porque el silencio también es un lenguaje.
El verbo y la palabra es lo mismo. A través del verbo llegamos al otro y, a través de la palabra, también. Llegamos incluso, transformados, transfigurados en poemas, pero en otro idioma. Por ejemplo, si algún libro mío lo traducen al francés, entonces esa palabra es esencial para el hombre, porque ese idioma también es esencial. Esa es su manera de él reflejar lo que tiene dentro, lo que tiene como verdad, lo que tiene como realidad. Porque si usted no tuviera palabra, no pudiera decirme nada. Es más, no pudiera, en estos momentos, preguntarme nada. Nada pudiera usted decirme por teléfono. Y si no habláramos, el mundo sería bastante muerto.
F.F. -¿Qué le hace falta a Elizabeth Schön? ¿Qué tiene? ¿Qué no tiene?
E.S. -¡Ay, yo nunca he pensado en eso! Yo creo que la vida es muy rica para yo pensar en eso. Se me viene encima como una avalancha de cosas: el amor, el silencio, la paz, el querer, la lectura. Porque la lectura es un silencio sonoro y le da a uno como otro sonido, como otra música. Algo así como si yo estuviera frente a un río que suena, un río que tiene varios sonidos. Uno de esos sonidos, es el de la rapidez. Otro, es el del salto de una cascada...
F.F. -¿Ha silenciado usted totalmente, definitivamente?
E.S. –No, yo no he dejado de escribir. Yo no conozco eso. Para eso tengo la poesía, tengo la palabra y tengo el lenguaje... y tengo el silencio. La soledad y el silencio están muy unidos. El silencio es una manera de hablar el espacio.
Yo estoy enferma ahora, tengo una pierna mala. No puedo casi caminar. Y como estoy encerrada en mi cuarto, yo me quedo calladita porque me parece que el silencio está hablando con lo otro. El silencio es importantísimo, es una realidad muy fuerte que uno debe aprender a conocer, como un lenguaje distinto. El lenguaje es el pensamiento, pero el lenguaje no es sólo el pensamiento. El silencio es del mundo, es de la tierra, es del hombre ¿Usted no lo escucha? Si usted sube a una montaña para escucharlo, escucha un silencio allí.
F.F. -En este preciso instante, ¿qué le diría a un poeta que no pudiera decir nada?
E.S. -Bueno, que eso es una enfermedad. Pero él se salva, el puede llegar a hablar. Para eso está hoy la medicina, que yo respeto tanto, porque la gente se puede curar, se puede mejorar. Aunque, para mí, la mejor medicina es la poesía. La poesía es la mejor medicina del espíritu.
YO SOY DEL MAR.
F.F. -Usted habla constantemente del tiempo y la memoria ¿La memoria refleja la profundidad del tiempo?
E.S. -¡Como no, la refleja a veces!. Por ejemplo, la memoria mía me refleja el tiempo de cuando yo estaba chiquita, el tiempo de cuando mi mamá se murió y mi otra abuela, y todo eso...
Sí, la memoria refleja la profundidad del tiempo. Si no tuviéramos memoria, no nos diéramos cuenta de lo profundo donde llega el tiempo. Porque el tiempo no solo está aquí en la tierra, sino en el universo todo. Es por eso que pueden hacer los viajes los astronautas, por el tiempo. El tiempo es lo más importante que hay, porque si uno no tiene tiempo, uno lo hace.
F.F. -Casualmente, estuve contemplando la fotografía suya que fue publicada en la portada de la Revista Imagen. He visto el tiempo reflejado en sus ojos, he visto el mar en sus ojos. Es más, la tristeza del mar yo la he visto en sus ojos ¿Por qué?
E.S. -¡Ay, que pregunta tan hermosa me haces, que bella es esa pregunta!
Yo soy del mar. Casualmente, cuando uno ve el mar desde la playa, uno se da cuenta que toca un horizonte que está lejos. Pero si uno llega a ese horizonte, entonces se da cuenta que hay otro horizonte más. Y ese horizonte, cercano o lejano; es feliz o triste. Esa felicidad o esa tristeza la da el tiempo. O la memoria.
LA POESÍA ES PROPIA.
F.F. ¿Tiene algún mensaje para las futuras generaciones de poetas venezolanos?
E.S. -Que escriban. Pero que escriban lo que ellos sienten, no lo que les proponen los demás. Porque la poesía es propia. No tiene porque recurrir a otro. Ella tiene que nacer de adentro hacia afuera.
F.F. -¿La poesía le entrega todo al hombre?
E.S. -Sí, le entrega una cosa bellísima, que es la transformación que puede hacer el pensamiento con las cosas. Porque hay que ver lo que ha hecho el pensamiento, con lo que el ha aprendido de la realidad. Uno llega a Marte ¿Usted sabe lo que es eso? Ese es el hombre que lo ha hecho, es el pensamiento humano el que lo ha hecho. Porque la realidad tiene algo muy bello: ella se deja moldear por el hombre.
F.F. -¿La poesía es la felicidad suprema?
E.S. -La poesía es el reconocimiento de que el hombre tiene un poder de transformación.
Diciembre del 2006.