F.F. –Me gustaría que me hablara un poco de su trabajo plástico, específicamente de sus pinturas, de sus paisajes. ¿Por qué el tema del paisaje es una constante en toda su obra?
L.T. –Mira, la verdad es que no sé. Sólo recuerdo que empecé a trabajar en los años 60. No sé por qué trabajaba, sólo sé que me gustaba la pintura y comencé a pintar. No tenía conocimiento de las artes plásticas. No tenía conocimiento ni de la pintura, ni de los pintores. Yo hacía dibujo y no sabía por qué lo hacía, yo pintaba y tampoco sabía por qué lo hacía. Un día me pregunté, ¿será que yo puedo conseguir trabajo con esto? ¿Será que me llegó a una empresa y me contratan por este trabajo que estoy haciendo? (risas).
F.F. –¿Y se llegó hasta una empresa a buscar trabajo?
L.T. -Me fui a la capital a los 16 años a buscar trabajo. Quería ganarme unos reales. Pero resulta que el cuento no era así (risas), resulta que el cuento era otro.
F.F. -¿Pero lo contrataron en alguna parte?
L.T. –Sí. Conseguí trabajo en la capital, tuve que trabajar en varios sitios. Hice de todo. Pero yo seguía con mi trauma de la pintura.
F.F. -¿Pero trabajó usted cómo pintor?
L.T. –Siempre decía: -yo debería ser pintor, porque casi lo soy-. Aunque estuviera haciendo otra cosa. La verdad es que yo no sabía que estaba haciendo algo bueno y a la larga me resultó.
F.F. -¿Y más adelante qué hizo?
L.T. -Llegó un momento que la gente comenzó a ir a mi casa. Y me dí cuenta que los cuadros comenzaron a desaparecer de las paredes (risas).
F.F. -¿La gente comenzó a comprar sus pinturas?
L.T. -A veces regalaba mis cuadros, a mis amigos le gustaban mucho mis pinturas. A las mujeres bonitas se los regalo (risas).
F.F. -¿Pero vendía usted sus obras en aquel momento?
L.T. -Yo no sabía que el arte se vendía. Lo veía como un trabajo que me podía beneficiar, pero no así. Era inocente aún en muchas cosas.
F.F. –Rememoro la primera pregunta sobre el tema del paisaje. ¿Por qué el paisaje?
L.T. –El paisaje fue naciendo de mí, de adentro hacia afuera. El paisaje es mi mayor inspiración.
F.F. –¿Imagina usted sus paisajes?
L.T. –Sí. Yo pinto de la imaginación. A veces también utilizo alguna revista o algún periódico. Yo antes pintaba otro tipo de cosas. Recuerdo que una vez pinté a un ahorcado.
F.F. ¿A un ahorcado?
L.T. –Sí, pinté a un hombre que consiguió a la mujer con otro. La mujer le estaba montando cachos (risas). Fue un cuadro durísimo de vender, porque en ninguna parte lo querían (risas)…
F.F. –Usted tiene algo muy especial: el humor. Cuando usted habla, utiliza mucho el humor, la gracia, usted se ríe mucho, usted es muy humorista… ¿Por qué?
L.T. –Perdone usted mi ignorancia, pero no conozco esa palabra, no sé lo que significa la palabra humor…
F.F. –Bueno, esa chispa, esa picardía que usted tiene para hacer reír a las personas…
L.T. -¡Ah, ya, ya, bueno!... Yo digo siempre cualquier cosa, pero soy inocente. Soy inocente de lo que estoy diciendo.
F.F. -¿Acaso habla usted sin pensar?
L.T. -Soy inocente, no un ignorante (risas). Por ejemplo, yo era muy amigo de la señora de Juan Calzadilla, Amanda Calzadilla, por allá en los años 70 en Fundarte. Ella siempre que me veía, decía: -¡Ay, llegó Tezara, ya se me va a levantar el ánimo!-. Conmigo, ella siempre estaba riendo. Cualquier palabra que yo decía, a ella le producía risa.
F.F. –Es evidente que esa alegría, esa magia la lleva usted también a sus pinturas…
L.T. –La gente siempre está feliz con mis cuadros. La gente siempre se va contenta cuando me compra algo.
F.F. -¿Qué es la pintura señor Tezara? ¿Qué es el arte para usted?
L.T. –Para mí es como un gozo, una alegría. Es el amor, la paz, el querer. El arte es un reflejo de la humanidad.
F.F. -¿Un reflejo de la humanidad en qué sentido?
L.T. –En el sentido de que es una historia. El arte es una comunicación hacia la gente. La misma gente me lo expresa cuando me habla. Muchos me dicen que se relajan cuando miran un cuadro mío. Lo que yo hago, la gente lo comunica.
F.F. –¿Lo que usted está haciendo tiene un impacto sobre la gente?
L.T. –¡Claro, claro! Yo hago la armonía a través de Dios. Dios es el maestro de todos nosotros, porque nosotros somos los que copiamos su naturaleza.
F.F. -¿Se considera usted un artista popular o un artista ingenuo?
L.T. –Una vez leí que yo era un “Leonardo Primitivo”. Eso lo leí en la revista ÉLITE, en el año 67. Yo no sabía lo que quería decir eso, como yo estaba nuevo en la cosa, yo me pregunté: -¿Será que soy como uno de esos bichos grandes, un animal prehistórico?-. (Risas)…
F.F. -Bueno, Sofía Imber lo compara a usted nada más y nada menos que con Henri Rousseau...
L.T. -Cierto, Sofía Imber hizo un escrito, una presentación para mí. Ella me comparaba con un marginal. Como yo no sabía lo que significaba aquella palabra, yo me decía: -¿Seré marginal porque yo imagino mucho?- (Risas). Entendí después que ella me comparaba con un marginal; porque yo era del barrio 23 de enero (risas). Algunos me decían: -¡Mira, Tezara, te insultaron!-. Y yo le respondía: -No, no me insultaron-. Ya que Sofía también me comparaba con Henri Rousseau, Bárbaro Rivas y otros pintores más. Además ella me compró en una exposición nueve obras mías, siendo un pintor novato. Hasta la criticaron porque ella me realizó una exposición individual en el Museo De Arte Contemporáneo de Caracas.
F.F. –Sin la pintura, ¿qué haría Leonardo Tezara?
L.T. -La verdad, no sé. Sin la pintura no se vive. Sin la pintura no vivo. Sin la pintura no puedo vivir.
1 comentario:
Buenas Tardes Franklin Disculpe; mi nombre es Lesster Antonio Perez Caballero, yo quiero contactar a Leonardo Tezara; pues tengo una de las primeras obras realizadas por el; a mi abuelo ( Diogenes Caballero; El hombre de la chaqueta Negra). Y quisiera contactar con el. Este es mi Correo feu19@hotmail.com. Gracias le agradesco.
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