jueves, 20 de mayo de 2010


Entrevista a Franklin Fernández:
“Mi mirada es una herramienta que busca
permanentemente vínculos”.


Alicates en forma de aves, marcos vacíos que insinúan cielos, montañas de madera, árboles de latón… El paisaje inspira la última exposición de Franklin Fernández. El Ateneo de Barcelona presentará a partir de este jueves 20 de mayo “Fugacidad del tiempo”, una serie de obras que desarrollan el tema y los conceptos en los que el artista viene trabajando desde hace aproximadamente dos años. Una muestra para un propósito poético. Un lenguaje auténticamente lírico.

Yelitza Moreno.

Y.M. -Su campo de trabajo actual es el paisaje. ¿Por qué?

F.F. -A primera vista lo que planteo es una renovación o reinvención del paisaje. Fue una gran revelación para mí el darme cuenta que el paisaje es el tema por antonomasia de la mayoría de nuestros grandes maestros.

Y.M. -¿A cuáles maestros usted se refiere?

F.F. -Pedro Zerpa, Manuel Cabré, Armando Reverón, Rafael Monasterios, Pedro Ángel González, Luis Alfredo López Méndez, Héctor Poleo, Manuel Espinoza, Ramón Vázquez Brito, Pedro Báez, Ángel Hurtado, entre muchos otros…

Y.M. -¿Pero su propuesta no es un tanto ambiciosa con respecto a la de ellos?

F.F. -No creo que sea ambiciosa. Sencillamente mi obra va un paso más allá. El trabajo de estos artistas (en su mayoría pintores), me ha nutrido mucho. La única diferencia es que yo trabajo con el objeto. Demuestro con ello que son numerosas o infinitas las formas de abordar un tema.

Y.M. -Franklin, dicen por allí que el paisaje es un género aburrido. Que ha sido un lenguaje trillado, plagiado, maquillado, adornado y banalizado a mansalva. ¿Qué piensa usted al respecto?

F.F. -No creo que el paisaje sea un género aburrido. Actualmente hay discursos más o menos interesantes. La propuesta paisajística de Alberto Asprino es uno de esos discursos.


Y.M. -Pero son pocos los paisajistas que se salvan, ¿no es cierto?

F.F. -Sí, pocos.

Y.M. -¿Qué le molesta de sus antecesores?

F.F. -Lo que me molesta es mirar la obra de un artista que haya trabajado en el tema durante diez, quince o veinte años y, en ese trayecto, no haya avanzado nada.


Y.M. -¿Siente usted incertidumbre al respecto?

F.F. -Lo que me entristece un poco es ver a los artistas agotárseles las ideas.

Y.M. ¿A qué cree usted se deba ese agotamiento?

F.F. -Lo que ocurre es que en este país existen dos clases de artistas: los que trabajan por necesidad y no por obligación. Y los que trabajan por obligación y no por necesidad.

Y.M. -¿Acaso usted no trabaja por necesidad u obligación?

F.F. -No. Soy un convencido de mis convicciones. Nadie me impone nada.

Y.M. -Es evidente que sus paisajes van más allá de lo meramente estético, decorativo, tradicional… ¿Qué me respondería?

F.F. -Mis paisajes son un abanico de posibilidades, tanto desde un punto de vista estético como conceptual.

Y.M. -Sus paisajes son estructuras leves, aparentemente naturales, casi rarezas halladas por casualidad. Sin embargo, siguen siendo objetos manipulados poéticamente.

F.F. -Manipular o transformar objetos es un trabajo que necesita de mucho silencio y meditación. Y hasta de un cierto grado de complicidad.

Y.M. -¿Siempre busca vínculos entre su obra y la de otros artistas?

F.F. -Mi mirada es una herramienta que busca permanentemente vínculos.

Y.M. -Se dice que usted es un paciente observador y un original creador.

F.F. -Insisto, mi mirada es sólo una herramienta. Busco permanentemente vínculos, lazos o relaciones entre las cosas, el hombre y el mundo que lo rodea. Sólo la inminencia de la mirada permite otra mirada.

Y.M. -¿Se puede vivir del paisajismo en este país?

F.F. -Se puede, pero es muy complicado. En este país son los políticos y los marchantes los que viven bien, no los artistas.

"Árbol, mar, aurora, llano, piedra, paisaje".

Fidel Flores.

Decimos árbol, mar, aurora, llano, piedra, palabras que definen un continente de formas, imágenes que envuelven para articularse y representarnos en una voz: paisaje, configuración que nos rodea y trasciende. El poeta José Lezama Lima –sólo lo difícil es estimulante- decía que todo paisaje crea cultura, y eso es una maestra verdad, por la capacidad de trasmutación que genera en el individuo.

La exploración plástica sobre el paisaje nos ofrece un sinnúmero de lecturas, en el arte venezolano encontramos grandes maestros que expresan con extraordinaria fuerza el efecto que su presencia causa sobre su manera de ver y recobrarlo, partiendo de los recursos formales que el medio les provee, señalamos en ese sentido –por nombrar- a tres orientales (Venezuela), cada uno en su particularidad: Pedro Báez, Ramón Vásquez Brito, Manuel Espinoza, quienes dueños o poseídos de una geografía, la tocan desde la imaginación, para, en el sentido lezámico hacerla cultura. Ante ellos, pudiéramos preguntarnos sobre otras posibilidades del paisaje, y el asombro nos refiere nuevas cualidades, verlo recreado cuando nos enfrentamos a la propuesta paisajística de Franklin Fernández.

A quienes hemos seguido el proceso creador de Fernández, pudiera sorprendernos a primera vista lo que hoy plantea, sin embargo señalamos, -indico- que esta muestra se inscribe dentro de la línea de los ensamblajes a que nos tiene acostumbrados, destacándose ahora un discurso que apunta hacia la definición de un lenguaje oportuno, que se asienta en una sostenida indagación sobre el papel que deben ocupar los materiales que utiliza dentro de la obra, expresando, con una luminosa conciencia del arte, una visión del paisaje que se nutre del acopio de elementos abandonados por la vida y que Fernández toma y los “renaturaliza”, confiriéndoles una nueva figuración, demostrando con ello, las innúmeras formas de experimentar con un tema.

Es temprano para arriesgar apreciaciones, pero, en esta muestra de Franklin Fernández hay logros, suficientes para apreciar con certitud que estamos ante una conceptualización inédita en la manera de aprehender y expresar un tema, que además evidencia que el arte, lejos de las formulas y los esteriotipos, está en las cosas más simples, tal como lo razonaban los antiguos, que dijeron rocío, vientre, corazón, estrella, árbol, mar, aurora, llano, piedra, paisaje.

Horizontes con alas.

Juan Calzadilla.

Franklin Fernández atribuye rol plástico a objetos o elementos físicos procedentes de la industria o el desecho urbano. Recarga semánticamente su discurso poético mediante el acercamiento de elementos contrapuestos y dislocados de su función original para crear una obra de sesgo surrealista cuyo sentido viene asociado a una percepción fotográfica del hecho plástico. Sus paisajes son producto del reciclaje de elementos descontaminados de su función utilitaria original para asimilarse, por asociación y contraste, a los términos de una ecuación cuyo resultado son objetos mágicos que nos deparan, cuando vemos la nueva significación que adquieren, en sí mismos y contextualmente, trascendencia mágica.

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