Carlos Poveda: “La autenticidad es para mí lo más importante en el arte”
Franklin Fernández.
FF - Usted ha llegado a una etapa trascendental de su carrera, viene de realizar una gran exposición en el Museo de Arte Costarricense (Imaginario irreverente), además de recién otorgársele el premio nacional de escultura en su Costa Rica natal. ¿Piensa que su obra a lo largo de su trayectoria ha sido lo suficientemente valorada? ¿Qué opina sobre eso?
CP - La verdad es que no me quejo de la aceptación o del rechazo que haya podido tener mi trabajo a través de mi trayectoria. El arte, como todo en la vida, es un riesgo que se corre, y la admiración o la indiferencia hacia las cosas varían de un ser humano al otro, de un sitio al otro, y de una cultura a la otra. Es cierto que algunas de las valoraciones positivas devinieron reconocimientos, como el de la Mención Honorífica para Dibujo de la 8ª Bienal de Arte de Sao Paulo en 1965, recién comenzando mi carrera, y ése mismo año el Premio Nacional de Artes Plásticas en Costa Rica, mención Dibujo, dada mi extensa participación en exposiciones personales y colectivas fuera de mi país de origen en aquella época.
Y ahora éste nuevo Premio Nacional de Escultura, que me fue concedido para distinguir mi producción objetual actual. Es una distinción que he aceptado con complacencia, toda vez que el jurado que me lo otorgó captó la experiencia que me ha llevado del dibujo a lo volumétrico.
De todas maneras los hacedores, y creo que esto lo sabes muy bien porque tú eres uno de ellos, dependiendo del tipo de trabajo que realizamos, tenemos en algunos circuitos expositivos más o menos aceptación que en otros.
FF - Desde hace algunos años he visto el crecimiento de su trabajo, su evolución plástica. Pasa por el dibujo, roza el paisaje y los objetos. Su obra ha transitado por diferentes etapas, moviéndose por diferentes temas y estilos. ¿Puede explicarnos eso?…
CP - Comencé mi carrera en arte exponiendo dibujos en blanco y negro, que lograba realizar con esmalte comercial y la parte posterior de un pincel, sobre papel y otros soportes afines, a principios de la década del sesenta. Realizaba lo único que sabía hacer en aquel entonces, que era dibujar unos 'personajes' salidos de mi imaginación, y que comencé a exponerlos en galerías y museos del continente americano, porque, precisamente, algunas personas e instituciones los valoraban.
Estuve por espacio de quince años exponiendo aquellas figuraciones hasta que, a mediados de la década del setenta, viviendo en Venezuela, país al que había seleccionado para seguir trabajando, decidí avanzar sobre lo que ya había recorrido. Y con una serie de dibujos que denominé 'Icaros', que evidenciaban mi angustia de aquel momento, porque estaba dejando atrás a los personajes con los cuales se me reconocía en el continente americano, tuve acceso a otras posibilidades expresivas y temáticas. Esos alados ‘Icaros y Dédalos’ cayendo en el vacío me acercaron a otra nueva idea, la de unas ‘Aves en vuelo' que solucioné como simples líneas y frotados texturales sobre la superficie del papel.
De ésa manera dejé atrás las figuras otrora denominadas por Marta Traba ‘humunculus’, y me apasioné con algo mucho más simple y elemental, como unos trazos que luego convertí en ‘Nubes’, y que dieron cuenta de mi gran interés por la abstracción de los grafismos, pero, ésa vez sobre soportes más firmes, como cartones, planchas de madera y plexiglass. De ésa manera mi trabajo desembocó en el ‘paisaje’ que propuse, en un principio, idealizado en blancos sobre blancos, con relieves y abultamientos producto del collage y del ensamblaje. Comencé a investigar con pegamentos epóxicos, resinas, arenas, mecates, alambres, cartonajes, etc.
Sin embargo fue tal la síntesis que logré en aquellos ‘paisajes’, que un día me cuestioné nuevamente la relación de las sensaciones que emitían, en comparación con mis dibujos del pasado, que habían sido mucho más fuertes porque emitían emociones, mientras que mis paisajes, ‘a capella’, de montañas y cordilleras insinuadas, eran líricos y reposados. Dos comunicaciones radicalmente diferentes entre sí.
Entonces, a finales de los años 80s y principios de los 90s, sentí la necesidad de plantearme ‘vegetaciones’ dentro de ésos reposados paisajes: ‘árboles’, ‘arboledas’, ‘germinales’, y hasta un ‘huerto’. Comencé entonces a salirme de los soportes de pared para mostrar unas obras corpóreas que a su vez me guiaron, inevitablemente, hacia el tema de los alimentos, pero ésta vez, a través del ’bodegón’ de la culinaria, que denominé ‘Paisajes domésticos’. Otro universo de sensaciones, también diferente a los dibujos y a los cuadros.
FF - ¿Su obra está inscrita en una línea conceptual, neo-conceptual?…
CP - Posiblemente conceptual, porque siempre he intentado ir a la síntesis de las cosas: mis dibujos de ‘figuras humanas’ desembocaron en simples trazos. Mis cuadros de ‘paisajes’, en sugerentes grafismos, y mis ‘paisajes domésticos’ también parecen ir hacia lo simple y elemental.
FF - ¿Influencias?…
CP - Las que por ósmosis histórica pero sin conciencia se reflejen en mi trabajo.
FF - Usted ha indagado insistentemente sobre el tema de la culinaria en el arte a través de los siglos y con especial énfasis en lo que consideramos "Bodegón". Es evidentísimo su interés por la historia de la gastronomía en general, acumulando además, una cantidad de imágenes imprescindibles. ¿Cómo se concreta esa búsqueda?…
CP - En el mismo instante en que comencé a trabajar sobre el tema gastronómico, a través de obras que técnicamente lo que representaban, y aún hoy lo representan, es una confrontación abstracta sobre un soporte figurativo, de elementos azarosos sobre platos ‘ready-made’, me percaté que mi vida estaba signada por una cierta evolución estética, por un aprendizaje e investigación cuasi académica.
Observa que te he comentado en primera instancia la ‘figura humana’, luego el ‘paisaje’, pero hasta mediados de la década anterior, nunca se me había ocurrido trabajar el tema de la ‘naturaleza muerta’. Entonces, aquello me hizo recapacitar que el destino me había dirigido hacia lo ‘objetual’, y en éste caso hacia el tema gastronómico, y hacia una de las características de las artes visuales más o menos tratada, según los siglos, a través de la historia.
Debo agregarte que, en la década de los setenta y ochenta, cuando ejercí como Profesor en las Escuelas de Artes Visuales Rafael Monasterios de Maracay, Cristóbal Rojas de Caracas e Instituto Pedagógico, siempre me llamó la atención que los Pensums de estudio, obligatoriamente indicaban iniciar a los estudiantes en arte a través de ‘el bodegón’, lo cual, evidentemente contrastaba con mi propia experiencia personal! toda vez que yo había iniciado con la ‘figura humana’ que devino ‘paisaje’, y desembocó en ‘naturaleza muerta’, quizás producto de mi propio autodidactismo.
Al comenzar a trabajar éstos ‘paisajes domésticos’ también comencé a estudiar y a recolectar imágenes a través de Internet, de todo lo que tuviera que ver con arte y gastronomía, principalmente porque quería cerciorarme de no estar haciendo algo que ya se le hubiera ocurrido a otro artista antes que a mí, lo cual me ha dado como resultado una base de datos sobre el amplio tema alimenticio, y como ha sido visto y tratado a través de la historia. Esta base de datos me va a servir en el futuro para ilustrar el tema en charlas y coloquios.
Y con respecto a la manera en que yo resuelvo y presento mis ‘naturalezas muertas’, gracias a D-s no he podido encontrar a la fecha nada similar. El tema en sí es el mismo que se ha planteado el arte a través de los tiempos, pero mi concepción es otra allende los mismos.
FF - ¿Cuál es la importancia de lo gastronómico como tema artístico?…
CP - Para mí es sencillamente fundamental. El arte plantea cosas cercanas, o lejanas de la vida. Y un arte que plantea una cotidianidad tan evidente, como mis ‘Paisajes domésticos’, proyecta algo de nuestra propia existencia.
FF - ¿Hace dibujos o bocetos previos antes de realizar una obra, hay una forma ya preconcebida mentalmente?…
CP - No, jamás he hecho bocetos. Nunca los hice. Trabajo directo con los elementos que tengo a mano. Así continúo con algo que supongo era bueno con respecto a mi dibujo inicial, que era un trabajo directo. Los mismos elementos aleatorios y los diferentes platos que consigo, me sirven para jugar con ellos, y tantear, experimentar, analizar si ésta pieza de polietileno va bien o no con éste o con aquel otro soporte. De repente es la o las piezas que quiero utilizar las que me obligan a buscar determinado soporte, o por el contrario, puede ser el soporte el que me pida en exigencia los materiales.
FF - ¿Qué materiales utiliza para sus obras?…
CP - El profundo afecto que siempre he tenido por las texturas, que me viene del dibujo, descubre mi interés por la incógnita de puntos, signos, líneas, goteados, manchas, frotados, trazos, abstracciones al fin y al cabo, que también se encuentran por todas partes: nubes, paredes, accidentes geográficos, etc., hasta llegar a las incongruencias producto de los accidentes y desechos de la industria contemporánea de los plásticos, metales y otras aleaciones.
Mi interés por expresarme sobrepasa el aspecto académico, para descubrir en lo aleatorio y en lo inverosímil, una interesante posibilidad expresiva y comunicativa, captadora de la atención visual, a través de lo cual siento estar colaborando a que la obra se observe, en lugar de solamente enseñar a que se vea, porque aún arrastro el placer de la pedagogía de mis años de educador, y me alegra que mis obras sean analizadas más que sólo percibidas, pues creo que de ésta manera aporto más que distraigo.
Durante el período de mis ‘paisajes’ ensamblados de finales de los ochenta y principios de los noventa hice uso de cuanto material podía encontrar, como desechos de tejidos, de maderas, plásticos y metales, muchos de ellos encontrados y seleccionados en fábricas. Estos materiales, sometidos en mi taller a nuevos tratamientos como el quemado, texturado, y otros agregados, cobran vida en ‘vegetaciones’ y ‘alimentos’ que, al principio, tenían mayor parecido con algo de la vida real, por la parte humorística del planteamiento, pero que, a medida que avanzo en la proposición, me han ido llevando a que no lo tengan, porque sencillamente me parecen más interesantes, más cuestionadores, más misteriosos, y porque me da pavor acercarme al ‘pop-art’, característica del arte que respeto pero que no comparto porque tiene mucho de imitación.
Soy un asiduo visitante de los depósitos de reciclaje industrial, donde consigo la materia prima para mis obras, y sus dueños son mis cómplices en la aventura, porque me permiten seleccionar formas y materias de desecho aleatorias que al re-trabajarlas y disponerlas, en éste caso sobre soportes como los platos, se convierten en una proposición culinaria, con otra poética que es la de su lectura ambivalente. Esas materias también las había utilizado previamente, y se convirtieron en su momento en nubes, troncos de árboles, follajes, etc.
FF - Usted me escribió en una oportunidad que su norte era la "autenticidad" y que su guía siempre había sido la "intuición". ¿Cree en la autenticidad de su obra? ¿Cree que la intuición sea un acto de libertad?…
CP - Creo que la autenticidad es lo que da valor al arte universal. Los museos más importantes del mundo muestran y destacan la obra de artistas auténticos en un proceso de decantación histórica de ésa valoración.
La autenticidad es para mí lo más importante en el arte, es lo que determina a un artista, y la intuición es una sinceridad que conduce a la verdad de lo auténtico. Eso siempre ha sido para mí una premisa. Cuando dibujaba y comenzaba mi trayectoria, me dejé llevar más por mis emociones y sinceridad que por patrones o indicativos estéticos. No hice ni expuse jamás dibujos realizados de la manera convencional, porque no me interesaba en la copia, sino de manera subversiva con la parte de atrás de un pincel, a través del cual logré texturas imposibles de lograr por otros medios.
Cuando ingresé al mundo de la ‘pintura’ lo hice de la única manera que sabía hacerlo, con mi sinceridad de no saber pintar, pero sí de collagista, adhiriendo cosas a otras, porque, te repito que no tuve acceso a educación artística alguna, y nunca he sido colorista, me guío por éste instinto que te comento, y ahora, con mis ‘vegetaciones’ y con mis ‘platos’ me sigo dejando llevar por la misma intuición de antes, que para mí es el equivalente a la autenticidad de hacer las cosas.
Pero hay algo que no te he comentado, y que tiene que ver con el aspecto técnico de mi propia investigación. Se trató de que yo trabajé por muchos años sobre soportes cuadrados y rectangulares, pero jamás se me había ocurrido trabajar sobre algo tan difícil como un soporte circular u ovoidal! De manera que eso también me representó otro gran reto. Y el resultado fue la disposición de elementos sobre ésas formas de soporte.
De tanto andar en el mundo del arte, algo o mucho debe uno absorber del mismo, somos permeables, entonces, la sinceridad cobra la mayor importancia: si yo llegara a enterarme que mi trabajo se parece al de otro artista, como para que alguien pueda pensar que se trata de una imitación, dejaría lo que estoy haciendo y lo haría de otra manera. Por eso mismo es que hace unos instantes te comentaba lo del ‘pop-art’, que para mí es una imitación de la naturaleza, una copia moderna de la misma, que yo siento como un retroceso histórico. No un reto hacia algo diferente.
FF - Entre sus numerosos platos, comienzo a evidenciar su interés por la comida tradicional venezolana. Recientemente he visto un par de hallacas y hasta un sin numero de caraotas o salchichones. ¿Tiene algún plato realizado con arepas o empanadas?…
C.P.- Sí, uno de mis primeros trabajos tiene un cierto parecido con una arepa sobre un servilleta!. Pero te respondía que mi norte no es la imitación de algo conocido o reconocido, es más bien producto de la investigación, que deviene invención. Para reconocer mis dibujos del pasado, los nombraba de manera humorística, porque no eran ‘retratos’ de nadie.
Si bien es cierto que algunos de mis cuadros tenían nombres como ‘Avileña’, ‘Tepuy’, ‘Talamanca’, o mis vegetaciones como ‘Merecure’, ‘Dividive’, ‘Caobo’, etc., nunca han sido producto de imitación de la naturaleza como tal. Y en el caso de mis ‘paisajes domésticos’, las ‘hallacas’ son producto de mi investigación con las resinas sintéticas, y si ésas obras se pueden apreciar, en cierto sentido algo realistas, no fue ésa la intención. El fin no era plantearme la hallaca como tal, sino saber que emociones podría generar dentro de un contexto de otras obras irreverentes y abstractas. De todas maneras, éstas obras que comentas fueron las de mis primeros intentos con el tema culinario. Y en el caso de las caraotas, bueno, se trata en realidad de unas paraparas, que cumplen una función afín al lado de un objeto aleatorio, un accidente de polietileno negro que rememora una rama con frutos como semillas, o algo así, relación que me pareció interesante al agregarle al plato soporte muchas más de ésas semillas. Y en el de los salchichones, bueno, ésa pieza es producto de un desecho tubular de extrusora, totalmente aleatorio, rojo, de polietileno, que al yo cortarlo en forma de rodajas lo hacen ver en su disposición sobre una bandeja, como si se tratara de unos embutidos cárnicos!, pero mejor observado el objeto, descubrirás que es el mismo planteamiento abstracto sobre el soporte figurativo.
Y cómo todos estos trabajos son evidencia de mi aprendizaje, mis obras más recientes las he seguido trabajando con menos referencia a lo real, para descubrir en ellas mayores incógnitas y nuevos placeres visuales.
FF - ¿Cuál es su interés por los árboles, las plantas y las semillas?…
CP - La vegetación en mi trabajo obedece al anhelo por acercarme nuevamente a lo humano, que había dejado no tan distante desde mis dibujos iniciales. La vegetación también ha sido el recurso para acercarme a lo volumétrico, a lo escultórico, a través de los ‘árboles’. Las semillas a lo que evoluciona, como creo que ha sido mi vida.
FF - ¿Me gustaría saber qué diferencias hay entre sus paisajes y sus bodegones?…
CP - Más bien creo que están muy vinculados entre sí. Mis ‘bodegones’ provienen de mis ‘paisajes’ en cuanto a que son continuación de la investigación con materiales, y se pueden diferenciar en que éstas ‘naturalezas estáticas’ son más íntimas y cotidianas que los ‘paisajes’, y en que se ven no sólo con la vista, sino como me dijo en una ocasión Sofía Imber: con las entrañas! Y eso también es cotidiano, razón por la cual los catalogo como ‘Paisajes domésticos’.
FF - Sus almuerzos o cenas son contundentes para la vista ¿También lo serán para el olfato? Sus platos son "gustativos" para los ojos ¿Y la boca? ¿También lo serán para los sueños?…
CP - Como jamás he hecho bocetos previos a mis trabajos, incluidos éstos ‘platos’, éstos reúnen un gran factor sorpresa, inclusive para mí mismo. He ahí la alegría y el placer que me produce realizarlos. Algunos, como ya te respondía, me hablan de una sensación de sutileza, mientras que otros, fuertes sensaciones. Pero aún no se me ocurrió un happening olfativo! En realidad cocinar no es mi especialidad, aunque admiro profundamente a quienes se destacan en tan sofisticada, cotidiana y grata labor vivencial. Es gracioso que en algunos círculos de las artes plásticas se habla de cocina estética, aplicable a la buena o a la mala factura de las obras. Para mí cada plato que realizo, debería poseer una carga expresiva diferente a la de otros, que cada uno me resulte un descubrimiento y un planteamiento diferente, que de hecho no repita soporte ni materiales en su conformación. Posiblemente porque siempre he tenido animadversión a lo serial repetitivo. A cambio, me gusta el reto de lograr cada uno diferente al otro, y definitivamente son gustativos a la visión, aunque también me gustaría que lo sean para la mente. Que cada quien y a su manera perciba la emoción que me produjo hacerlo.
FF - La comida es vital para el organismo: nos mantiene vivos. Sin embargo usted se plantea, directa o indirectamente, el plato servido como desecho y despojo, como desperdicio humano. Sus platos y bodegones son repulsivos, producen náusea…
CP - No todos Franklin. Es cierto que algunos pueden resultar fuertes, ya que son producto de mis emociones, que varían como mi gusto por la música, unas veces apto para sutilezas otras para algo más dramático. Como nuestra cotidiana vida, llena de contrastes, mi trabajo se caracteriza por matices que van de lo sublime a lo intenso, por la misma razón que los realizo con sinceridad, tal y como me siento ser. Puede que también algunos se proyecten enigmáticos porque plantean interrogantes, o paradójicos, porque invitan a comparar entre cosas concretas y cosas ilusorias, entre lo real y lo ficticio, entre lo grato y lo chocante, entre lo extraño y lo placentero. Mis trabajos están cargados de humor y contienen un elevado grado de provocación, porque comunican sensaciones.
FF - Su obra no es decorativa, mejor dicho: no cae en el kitsch. ¿Cómo mantiene el equilibrio entre la fealdad y la belleza?…
CP - No tengo un patrón establecido para trabajar, me guío de la manera instintiva que antes te comentaba. No todo objeto, materia, o elemento compositivo de mis ‘platos’ funciona perfecto con todos los soportes, para ello me remito a un análisis de observación que puede variar de minutos a días y meses inclusive, tratando de sorprenderme a mí mismo. Voy adquiriendo platos soporte por todo sitio donde transito, y a veces pasa mucho tiempo antes que consigan los elementos compositivos apropiados para cada uno de ellos.
FF - La metáfora en su obra es indispensable: nubes de madera, volcanes de aluminio, platos sintéticos, hallacas de resina, trozos de carne plástica. Vemos como las cosas se transforman en otras cosas. Contemplamos objetos que ocultan otros objetos; adquieren vida, se mimetizan en algo más o distinto, o diferente…
CP - Sí, ésa es una bella palabra: metáfora, me gusta, obras metafóricas, claro, mis trabajos pueden ser así!…
FF - ¿Su taller es un huerto, un lugar de descanso o estimulo?…
CP - Nada me gustaría más que fuera un huerto con centenares de vegetaciones, de diverso tamaño, pero sobre todo de plantas, flores y hortalizas que jamás haya visto!, que las pueda yo inventar. Me haría feliz un huerto que no se parezca a nada de lo conocido, pero que pudiera mantenerlo y enriquecerlo de acuerdo a mis propios anhelos. Mi taller no es de descanso, porque cada vez que estoy en él, por aquí y por allá hay obras en proceso por todas partes. Algunas esperando comunicarse conmigo, o yo descubrirlas hasta que me digan: listo, así voy a ser!. Entonces, mi taller revierte en sitio de estimulación.
FF - ¿Artista plástico o cocinero?…
CP - Realizador, hacedor de cosas, y profundo admirador de la clave más importante de la vida que es la alimentación y de quienes nos educaron y educan las papilas con su cotidiana labor.
FF - ¿Se ha planteado establecer un diálogo entre su obra y la de otro artista venezolano, francés o costarricense (vivo o muerto)?…
CP - No me lo he planteado, pero quizás con respecto a la ubicación de la misma dentro de otros contextos podría experimentarse.
FF - Su trayectoria es sólida. Miro hacia atrás y observo a un artista integral, disciplinado, con aproximaciones y distanciamientos temáticos, estéticos…
CP - Gracias por tus conceptos, los aprecio en cuanto a tu sensibilidad con respecto a mi trabajo y al arte, del cual formas parte. Sin embargo, déjame decirte que a mí me parece que podría exigirme más a mí mismo. Creo que aún puedo intentar avanzar más sobre lo que he realizado. Que debo retarme a mí mismo, porque siempre he pensado que la vida no es estática, y que si D-s nos legó el cerebro es para que lo alimentemos con su permanente ejercicio.
FF - ¿Cree que existe una estrecha correspondencia entre todas las artes?…
CP - Sin lugar a dudas. Para mí hay obras pictóricas, escultóricas, fotográficas, cinematográficas, etc., que se perciben poema, otras que te invitan a meditar como si de literatura se tratara, y otras que se idearon para que sean tan solo silencio. La contemporaneidad ha traído pareja la multiplicación de emociones, y en ésta se funden variantes sensoriales.
FF - Espero algún día me invite a cenar…
CP - Con gusto te invito a una cena virtual! La que no excluye invitarte a degustar algo real alrededor de la misma!… Voilá!
Caracas, abril. 2005.
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