viernes, 12 de enero de 2007

Margaret Randall: “Lo verdadero es a menudo censurado”.

Margaret Randall (Nueva York, 1936). Poeta, ensayista, traductora. Es autora de una vasta obra poética. Sus poemas han sido traducidos a numerosos idiomas. Ha publicado igualmente testimonios y fotografía. Co-fundadora de El Corno Emplumado, revista vanguardista de comienzos de los años sesenta. Ha viajado, vivido y convivido en diferentes países del mundo: EE.UU, México, Cuba, Perú, Chile, Vietnam, España, Nicaragua. Su obra y su vida están muy ligadas a la poesía hispanoamericana, a los poetas latinoamericanos: “Sentí, profundamente, la necesidad de que nos comprendiéramos los poetas del Sur y del Norte. Mi vida me ha dado muchas oportunidades de ser puente: entre hemisferios, pueblos y personas”. Además, nos dice: “Yo creo que mi poesía está nutrida por mi vida y la vida que veo y siento a mí alrededor, por las cosas que me tocan de modo particular, por lo que me interesa y emociona. ¿Cómo podría ser de otro modo?”.

Franklin Fernández.

F.F. -Margaret, su influencia sobre los poetas de habla hispana ha sido determinante, incalculable e insustituible. Su reputación internacional supera los límites de la lengua y los límites del lenguaje ¿Cuál cree usted, sea el aporte fundamental de Margaret Randall y de El corno emplumado a la poesía de nuestro continente?

M.R. -Creo que me das más importancia de lo que tengo o tuve jamás. Es cierto que El Corno Emplumado tuvo gran importancia entre las revistas del renacimiento cultural de los años sesenta del siglo pasado. Pero fue parte de un movimiento casi global. Por lo menos en Norte y Sudamérica, en Europa y en partes de Asia y África, ese movimiento tenía sus raíces poderosas. Yo era una joven poeta de Estados Unidos. Llegué a Ciudad México a fines de 1961. Allí conocí a un grupo de poetas jóvenes del Continente, entre ellos el poeta mexicano Sergio Mondragón. La necesidad de una revista bilingüe era evidente, apremiante. Tuve el privilegio de haberme presentado cuando me presenté, de haberme involucrado en ese movimiento desde México, de haber co-fundado y co-editado El Corno por más de ocho años. Si pienso en mi contribución, quizás era una cierta “ética de trabajo”, ese afán de trabajar incansablemente que caracteriza a muchos norteamericanos. También sentí, profundamente, la necesidad de que nos comprendiéramos los poetas del Sur y del Norte. Mi vida me ha dado muchas oportunidades de ser puente: entre hemisferios, pueblos, personas. Pero en todo caso creo que fue El Corno más que yo personalmente lo que tuvo ese impacto o aporte a la poesía de nuestro continente. Así cómo con muchos hechos de mi vida, estuve en el lugar apropiado, en el momento apropiado.

F.F. -¿Qué significa El Corno Emplumado? ¿Cómo nació el nombre de la revista? ¿Quién la bautizó así?

M.R. -El nombre de la revista fue un intento de combinar dos símbolos: el corno, o sea el instrumento de jazz norteamericano, y las plumas de Quetzalcóatl en representación de la cultura latinoamericana. Además, los títulos así estaban muy de moda en esa época, unir dos palabras que normalmente no se unen, como inyectando un poco de fantasía al nombre. Uno de nosotros, los poetas que tuvimos la idea de hacer la revista, sugirió ese nombre. Sergio Mondragón recuerda que fue Harvey Wolin, un poeta norteamericano que estuvo con nosotros en el primer número. La verdad es que yo no recuerdo, pero es muy posible que así fue. De todos modos el nombre pegó.

F.F. -El Corno Emplumado despertó simpatías en algunos, como recelos y desconfianzas en otros. No en vano, El Corno fue censurado por el gobierno de su país durante el movimiento estudiantil de 1968 ¿Qué significa para una poeta ser censurada? ¿Cómo se sintió Margaret Randall después de ese hecho?

M.R. -Lo verdadero es a menudo censurado. Al Corno Emplumado la Unión Panamericana -arma cultural de la OEA- trato de influenciar a que no publicáramos poemas de Cuba en el año 1966. La Unión había comprado 500 suscripciones y amenazó con cancelarlas si seguíamos publicando a los poetas cubanos. Seguimos publicándolos y de hecho canceló las suscripciones, lo cual significó un fuerte golpe económico para la revista. Igualmente, como señales, cuando tomamos partida con los estudiantes en 1968, el gobierno mexicano de entonces trató de cerrar nuestra empresa. Finalmente lo logró.

En mi vida personal he sufrido, también, intentos fuertes de censura. En 1984 cuando después de 23 años en América Latina volví a mi país natal, Estados Unidos, el gobierno norteamericano trató de deportarme por el contenido de algunos de mis libros. (En 1967, en México, casada con Sergio y con tres hijos, había adquirido la nacionalidad mexicana. Aunque mi intención entonces no fue la de rechazar a mi nacionalidad original, ese hecho permitió que casi dos décadas después el gobierno norteamericano pudiera ordenar mi deportación.) El juicio duró casi cinco años. Finalmente, con el apoyo de artistas y escritores y otros/as de todo el mundo, gané y pude recuperar mi ciudadanía. Pero fueron cinco años difíciles.

Sin embargo, yo no creo que podemos guiarnos por lo que otros piensan de nosotros/as. Tenemos que ser fieles a una moral propia. De no ser así, nuestra obra y nuestra vida toda sufrirían un daño incalculable.

Para mí, lo peor de la censura es que conduce, inevitablemente, a la auto-censura. Y la auto-censura es la muerte.

F.F. -¿Qué poetas y escritores venezolanos colaboraron directamente con la revista? ¿Qué grupo o movimiento artístico participó? ¿Quiénes fueron sus contactos en Venezuela?

M.R. -El Corno Emplumado, desde el principio, tuvo fuertes lazos de amistad y poesía con las nuevas generaciones de poetas venezolanos. Entre ellos recuerdo al Grupo El Techo de la Ballena -que de hecho asumió la representación del Corno en el país- con Edmundo Aray, Juan Calzadilla, y otros. El Corno solía dedicar una parte de cada número a la poesía de un país. En el número 11, que salió en julio de 1964, figuró una selección de 18 poetas venezolanos/as. Pero durante la vida del Corno publicamos muchos poetas venezolanos, más arte y cartas de ese país. (El Corno tenía, en las últimas páginas de cada entrega, una sección “Cartas” donde los poetas de todas partes hablaban de sus vidas, sus preocupaciones, sus ideas.) Pienso ahora en Juan Sánchez Peláez, Héctor Silva, Mery-Lú Sananes, Régulo Pérez, Daniel González, Jacinto Gómez, Ludovico Silva, Alfredo Chacón, Marisol Escobar, Irene Flores, Efraín Hurtado, Juan Liscano, Orlando León, Juan Ángel Mogollón, Francisco Pérez Perdomo, Jaime López Sanz, Miguel Lorenzo, Tarik Soukí, Rafael Cadenas y otros/as más. Si dejo algunos nombres afuera no es por despreciarlos sino por el simple olvido de los años. Han pasado casi medio siglo desde los tiempos del Corno Emplumado.

F.F. -Dice usted, que a través de los años El Corno Emplumado publicó a jóvenes quienes con el tiempo se hicieron famosos ¿Quiénes se hicieron famosos a través de esas páginas?

M.R. -No es que se hicieron famosos necesariamente a través de las páginas del Corno, sino más bien que muchos poetas jóvenes que después se hicieron famosos/as -tanto de lengua española como inglesa- publicaron sus poemas más tempranos en la revista. Muchos que no fueron todavía conocidos en inglés publicaron por primera vez en ese idioma y muchos que no fueron conocidos todavía en español igual. Puedo citar al “Kaddish” de Allen Ginsberg, así como fragmentos de su “Howl” (“Aullido”), publicados por primera vez en español en las páginas del Corno. Poemas de Lawrence Ferlinghetti, Robert Creeley, Diane Wakoski, Robert Kelly, Susan Sherman, Michael McClure, Denise Levertov, Gary Snyder, Cid Corman, Edward Dorn, George Economou, Jerome Rothenberg, Paul Blackburn, Walter Lowenfels, y otros/as. De los poetas de lengua castellana, entre otros/as destacaría a Ernesto Cardenal, Julio Cortázar, Roberto Fernández Retamar, Raquel Jodorowsky, Nicolás Guillén, Otto-René Castillo, y René Depestre.

También publicamos importantes muestras de poesía de países tales como Finlandia, la India, Australia, Algeria y Grecia, países a que no teníamos tan fácil acceso en esos tiempos.

F.F. -Usted ahonda insistentemente en temas personales y colectivos como: “la identidad y el lugar, una visión feminista del mundo, una vieja sed de justicia, la maternidad y el hecho de ser abuela, la sexualidad femenina, posiciones contra la violencia y contra la guerra, el hecho de envejecer, y un paisaje físico particular” ¿De qué se nutre Margaret Randall antes de escribir? ¿De qué está hecha su poesía?

M.R. -Yo creo que mi poesía está nutrida por mi vida y la vida que veo y siento a mí alrededor, por las cosas que me tocan de modo particular, por lo que me interesa y emociona. ¿Cómo podría ser de otro modo? Si me apasiona la idea de un mundo de igualdad, un mundo sin violencia y terror, esto va a reflejarse en mi poesía aún cuando el tema del poema no es precisamente la violencia o la paz. Así como siendo mujer, madre, abuela, compañera, lesbiana, ecologista, etc. etc. mi poesía va a reflejar esas múltiples identidades y preocupaciones.

F.F. -¿Qué la une y que la diferencia de otras poetas de su generación? ¿Qué la une y qué la diferencia de otros lenguajes?

M.R. -No tengo idea como contestar a ésta pregunta. Creo que todo artista es único/a. En este sentido, aunque me unen los lazos del tiempo y lugar, las preocupaciones fundamentales de una época, y a veces los paisajes físicos que comparto con otros poetas de mi generación, cada quien tiene su modo individual de acercarse a lo que le rodea. En cuanto al idioma, cada idioma tiene también sus particularidades, su propia cultura, sus sonidos y sus silencios. Creo que es significativo que, a pesar de haber vivido 23 años en México, Cuba y Nicaragua, jamás he podido escribir poesía en español. Prosa a veces. Entrevistas muchas veces. Pero poesía no. Creo que la poesía es uno de las formas literarias más íntimas, y quizás por ello siempre ha brotado en mi lengua materna. Sin embargo, los años que he vivido en América Latina, el amor que tengo a las culturas del Sur, y el hecho de tener a cuatro hijos latinoamericanos/as así como diez nietos de los cuales ocho son de ese continente, también se nota en mi obra. Soy híbrida, de vida y de obra.

F.F. -Hábleme de la generación Beat y de su relación con el grupo Black Mountain ¿Qué la une y que la diferencia de otros movimientos literarios de vanguardia?

M.R. -Yo comparto la edad, más o menos, con la generación Beat. Nacimos más o menos al mismo tiempo y compartimos algunas cuestiones culturales. Lo mismo podría decir de Black Mountain, aunque la mayoría de los integrantes de Black Mountain fueron un poco mayores que yo. Pero en realidad no soy parte de uno ni otro grupo. Me identifico más, quizás, con la voz poética de los de Black Mountain. Pero me impactaron también y profundamente los Beat. (Cuándo en el 1956 escuché por primera vez el gran poema de Ginsberg, “Howl”, me cambió la vida. Yo era entonces una joven muy provinciana y ese poema tuvo un impacto grande en mí.) Yo nací en New York pero tempranamente vine con mi familia a una pequeña ciudad provinciana, Albuquerque, New México. Después, con aproximadamente 20 años, fui a vivir nuevamente en New York. Estuve allí cuatro años antes de irme a Latinoamérica. Por eso mis paisajes fueron distintos a los de los poetas Beat, que fueron en su mayoría gente de ciudad grande. Y aunque experimenté con algunas drogas como muchos de mi generación, las drogas no figuraron en mi obra como en el caso de los Beat. Mis “padres poéticos” son William Carlos Williams, Hart Crane, Walt Whitman, César Vallejo y Vicente Huidobro, así es que puedes ver que en mí siempre hubo influencias mixtas. Después, con la explosión de poesía de mujeres, Adrianne Rich, June Jordan, Joy Harjo, Violeta Parra y otras me influyeron también.

Varios de los poetas Beat y los de Black Mountain fueron amigos míos. Robert Creeley, Paul Blackburn, Allen Ginsberg, para nombrar sólo algunos. Creeley fue siempre muy importante para mí, como poeta y como persona. Su muerte repentina el año pasado nos dejó un vacío a muchos. Pero no creo realmente que pertenecí a uno ni al otro movimiento.

F.F. -¿Quiénes han sido sus poetas predilectos, sus influencias inmediatas más directas, profundas y evidentes?

M.R. -Creo haber contestado esta pregunta ya. Pero si insistes, mis poetas favoritos son William Carlos Williams, Rainer María Rilke, Walt Whitman, Adrienne Rich, June Jordan, Joy Harjo, Juan Gelman, César Vallejo, Ernesto Cardenal en su obra temprana, y otros/as a quienes seguramente no recuerdo en éstos momentos. Claro, hay que decir que solamente leo en inglés y en español, así es que seguramente hay muchos/as poetas que me impactarían mucho si pudiera leerlos/as en su idioma natal.

F.F. -Usted ha incursionado en el ensayo, el testimonio y la fotografía. Por ejemplo, “Kee Tseel: meditations on place”, es un testimonio de una vital y maravillosa experiencia. Dice que es su libro más completo hasta ahora, el más preciso y el mejor logrado a la vez: “Se refiere a la identidad y el lugar” “Culmina toda una vida de trabajo”. Tengo entendido que hasta hace poco no había encontrado ninguna editorial dispuesta a publicarlo. ¿Cuáles han sido las mayores dificultades para publicar un libro de esa naturaleza?

M.R. -Bueno, afortunadamente, en estos momentos hay dos editoriales que tienen interés en publicar este libro (aunque tienes razón: el camino de su aceptación ha sido largo). Creo que las mayores dificultades para encontrar editorial han sido en primer lugar el costo de reproducir 30 fotografías a color y el hecho de que el libro no cabe fácilmente dentro de un solo género. Tú sabes que hoy en día todo tiene que ver con el mercado. Mucho, demasiado, creo yo. Las editoriales y las librerías quieren ubicar sus títulos bajo el rubro de poesía, novela, ensayo, libro de fotografía, etc. etc. etc. Les aflige un libro que no puede ser definido con precisión. Las editoriales no saben como publicitarlo y las librerías no saben en cual estante colocarlo.

F.F. -Dice Gioconda Belli, que su posición política siempre ha estado comprometida con la izquierda ¿Alguna vez le interesó la política?

M.R. -¡Claro que me interesa la política! Para mí la política y la vida son una misma cosa. Pero no hablo de la política estrecha o partidaria, sino de la política en el sentido de intentar hacer más sana, más segura y creativa, más plena para todos los seres vivos la vida misma. Si me estas preguntando si alguna vez me ha interesado un puesto político, pues no.

F.F. -¿Cómo ve el florecimiento de la izquierda en nuestro continente?

M.R. -Ahora mismo hay bastantes esperanzas. Está Cuba, naturalmente -una luz para todos nosotros- que ha sobrevivido todos estos años. Está la experiencia sandinista que, aun cuando ya no está en el poder sigue nutriendo a muchos. Está Venezuela y el ejemplo de Hugo Chávez. Está Brasil, y allí pienso no sólo en el presidente Lula sino en ese movimiento campesino tan poderoso que ha reclamado tierra y esta transformando vidas. Están los nuevos o relativamente nuevos gobiernos del Uruguay, Argentina y Chile progresistas todos y con importantes logros para sus pueblos. Está Bolivia que tiene para mí, una promesa extraordinaria. Y está en estos momentos la posibilidad de que México se une a los países progresistas del continente. Por no hablar de los Zapatistas en el sur de ese país, movimiento de tremenda importancia.

Pienso que cuando me hablas del Continente me estás hablando tanto del Norte como del Sur. Todos sabemos lo que pasa ahora acá en mi pobre país. Un gobierno autocrático—yo diría que lindando con lo fascista—se ha apoderado del país. Juega un papel terrible y altamente peligroso en el mundo. Dentro del país, incluso dentro de las fuerzas armadas, hay más rebeldía de lo que la prensa grande deja ver. Conservamos la esperanza de que podremos deshacernos (y el mundo) de esta plaga.) Pero mientras el gobierno de Bush se ocupa invadiendo y destruyendo países al otro lado del mundo, América Latina se ha despertado nuevamente y de una manera extraordinaria. Y yo veo a todo esto como un continuum, es decir, no me parecen muertos los movimientos guerrilleros de las décadas de los sesenta y setenta y ochenta del siglo pasado, sino que nuestras iniciativas viven hoy en estas nuevas experiencias.

F.F. -¿Constituye Margaret Randall un ejemplo de poetiza revolucionaria?

M.R. -Bueno, si se entiende por poeta revolucionaria (no me gusta la palabra poetiza) alguien preocupada por la paz y el bienestar del planeta, cuya voz se levanta -ya sea en su poesía o ensayo o narrativa o simple conversación- por un cambio social radical, por la vida, por el futuro. Lo que soy lógicamente se refleja en mi poesía. En este sentido el hecho de que soy mujer, amante, madre, abuela, lesbiana, luchadora social y ecologista se refleja de modo implícita o explícitamente en todo lo que escribo.

F.F. -¿Cree usted, que la poesía tiene o debería estar al servicio de una ideología?

M.R. -No. La poesía nace del ser humano quien lo escribe. Si es auténtica va a reflejar la verdad de esa persona, independiente de ideologías estrechas. La buena poesía es más compleja que una ideología.

F.F. -Sobre usted he leído en la internet, lo siguiente: “Para Margaret Randall la creación poética “lo abarca todo” y es “asunto de vida o muerte”, jamás un simple “hilo de palabras”. Declara estar “comprometida con la vida, con su condición de mujer y de ser humano” y eso le hace estar “comprometida con la poesía”. ¿Cómo se compromete verdaderamente una poeta ante el lenguaje, lo poético, lo espiritual, lo esencialmente humano?

M.R. -Conociéndose y siendo fiel a quien es.

F.F. -¿Su concepción poética raya en ocasiones en el misticismo, en la contemplación o el éxtasis?

M.R. -No sé. Claro que contemplo profundamente todo lo que está a mi alrededor. Y he conocido a veces el éxtasis. Pero no diría que soy mística. De ninguna manera.

F.F. -Gioconda Belli la describe a usted como: “una mata de pelo largo y blanco todavía húmedo en los bordes, los ojos azules llenos de melancolía y la voz que oscila entre lamento y canto. Así existe ella en mi memoria” Dentro de cincuenta, cien o doscientos años, ¿cómo desearía ser recordada Margaret Randall?


M.R. -Bueno, hoy en día, con casi 70 años, mi pelo ya no es largo sino muy corto y mis ojos azules son más bien grises. No se si alguien dentro de cincuenta, cien o doscientos años me recordará, porque no tengo ninguna seguridad de que dentro de cincuenta, cien o doscientos años el planeta seguirá habitado por seres humanos.

F.F. -Está trabajando en sus memorias, ¿Es importante para usted dejar plasmadas sus vivencias, sus experiencias de vida?

M.R. -Sí. Y sobre todo la vivencia de mi generación como yo la viví.

F.F. -¿Qué recuerdos especiales guarda usted de México, Estados Unidos, Nicaragua, Cuba, España, Chile, Perú?

M.R. -Recuerdos ricos, únicos, y grandes lecciones, demasiados para enumerar en una entrevista como ésta. Estados Unidos, México, Cuba y Nicaragua me dieron años, vida, niños/as, nietos/as, vivencias profundas. España me dio cuatro años interesantes cuando era muy joven. Perú me dio varios meses importantes también a fines de 1973 y principios del ‘74. Igual Vietnam, donde estuve en el otoño de 1974 y nuevamente en 2004. Pero muchos otros países también me han dado mucho. Agradezco a todos los lugares donde he tenido la suerte de convivir -ya sean semanas, meses o años-.

F.F. -¿Qué busca Margaret Randall en estos momentos? ¿Qué consigue? ¿Qué no consigue?

M.R. -Vivo con gran preocupación por el futuro de nuestro planeta. Tengo la suerte de tener una vida profundamente llena -con una relación amorosa única (mi compañera y yo estamos por celebrar nuestros primeros 20 años), con cuatro hijos/as y 10 nietos/as, con buenos/as amigos/as y con el goce de la creatividad. Busco la paz y la comprensión y el bienestar de los pueblos. Busco un fin al egoísmo, la avaricia, la dominación de un país o un pueblo por otro. Busco la igualdad. Busco el futuro. Pero no estoy muy segura ya de que éstas cosas sean ya posibles.

F.F. -¿En qué poema escrito por usted, cree haber encontrado lo perdido, lo anhelado?

M.R. -Hay tantos. No podría señalar uno solamente.

F.F. -¿Qué siente usted cuando termina un poema y cuándo comienza otro?

M.R. -Que la vida continúa, y la lucha también.

F.F. -¿Qué importancia le da usted a su voz en la poesía?

M.R. -Mucha.

F.F. -Parafraseando a Baader: “Todo poeta auténtico es vidente o visionario”. ¿Se considera Margaret Randall una visionaria?

M.R. -Yo creo que todo ser creativo es visionario/a. Hasta que punto, quizás es para otros/as decir.

F.F. -¿Qué esperamos de Margaret Randall para el presente y qué esperamos de Margaret Randall para el futuro?

M.R. -Quién sabe. Habrá que mantenerse al tanto.

F.F.- Todo poeta dice algo. Todo poema también ¿Pero qué? ¿Pero quién?

M.R. -Habrá que mantenerse al tanto.

F.F. –Ya para finalizar, ¿permanece vivo aún el eco de El Corno Emplumado?

M.R. -Si. Recientemente un par de cineastas, una de Dinamarca y el otro de México, produjeron una película sobre El Corno. Se llama “El Corno Emplumado: una historia de los sesenta”. Yo he visto la película varias veces, en auditorios diversos: en México y Estados Unidos. Me ha sorprendido el eco que sigue teniendo la revista, lo importante que sigue siendo para los jóvenes poetas en muchas partes. Creo que es un ejemplo de una época y de una obra independiente, más allá de la academia u otras influencias de escuelas o movimientos, que duró ocho años y logró mucho.



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